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Mis flores favoritas son las que crecen entre las pequeñas grietas del concreto.
En ellas me contemplo: merezco caber.
Nuestras fisuras revelan
el derecho a pedir
naturaleza y vida en la mismísima necesidad.
A mi niña salvaje le aúllo:
no estorbas, pingüica hermosa.
No eres pedinche.
No pesas.
No sobras.
Eres río, y el cauce es tuyo para desbordarlo.
¿Quién te dijo que eras demasiado?
Solo inagotable.
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